Colegio José Salvador
Federico Salvador Ramón nació el 9 de marzo de 1867, en Almería, España. Fueron sus padres Federico Salvador Alex –impresor, generoso y abnegado, respetable y respetado en toda la ciudad– y Francisca Ramón Visiedo, mujer de gran ternura y fortaleza educativa con sus dos hijos, Federico y Francisco.
Al terminar el bachillerato en el Instituto de su ciudad natal con calificación de sobresaliente y premio en los cinco cursos, entró en el Seminario. De 1886 a 1892 cursó brillantemente los estudios eclesiásticos. Antes de concluir, formó parte del Claustro Académico del Seminario, ocupando la cátedra de Matemáticas.
Obtuvo la licenciatura en Sagrada Teología en la Universidad Pontificia y Real Seminario de San Cecilio de Granada, el 4 de septiembre de 1894.
En 1896 fue destinado a Roma como vicerrector del Colegio Español, y en 1898 a México. Puso sus dones de naturaleza y de gracia al servicio de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo. Tanto con su palabra como con sus escritos, trabajó primero en España, en México y posteriormente en Marruecos.
El 23 de febrero de 1901 inauguró un asilo de niñas sumamente necesitadas y fundó las Esclavas de la Divina Infantita juntamente con la Srta. Mª del Rosario Arrevillaga Escalada (1860-1925), mexicana. Dicha obra fundacional tiene por misión la evangelización de la juventud, la enseñanza y la ayuda a los necesitados. Con el establecimiento de sus colegios, internados, talleres y obradores, daba a la niñez y juventud más necesitada la oportunidad de tener un trabajo estable y un futuro digno. Desde este punto de vista social, el influjo benéfico que Federico José Salvador dejó en su tiempo se puede calificar de muy grande y, sobre todo, oportuno, pues no ahorró esfuerzos para trabajar en la edificación de sus colegios donde los niños pudieran formarse humana y espiritualmente, aprendiendo a leer y escribir. Como reconocimiento a la labor que hizo en este campo, él y su hermano Francisco fueron reconocidos hijos adoptivos y predilectos de Instinción (Almería), el 17 de junio de 1914; ese mismo día, la Corporación municipal asignaba su nombre y el de su hermano a dos plazas del pueblo, en señal de agradecimiento.
Con su obra fundacional dejó huella a favor de los más pobres y necesitados y, entre éstos, dio preferencia a los niños, favoreciendo su educación en los pequeños pueblos en los que la situación socioeconómica de aquel entonces era muy grave.
Sus enseñanzas y sus obras son de viva y aleccionadora actualidad. Las obras de caridad para con los necesitados fueron su constante ocupación durante todo su ministerio educativo y sacerdotal. Escritor fecundo, defendió las mejores causas con la buena prensa.
En 1930 durante una estancia en Tijuana enfermó gravemente y fue trasladado al hospital La Merced (San Diego, California), donde falleció el 13 de marzo de 1931.
El Colegio José Salvador se fundó en uno de los momentos álgidos de la política antirreligiosa mexicana. En 1917 se había promulgado la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en ella se establecía que, en adelante, la educación sería laica y “Ninguna corporación religiosa, ni ministro de algún culto, podrán establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria”. Esta política se mantuvo por unas décadas, intensificada en algunos momentos. El presidente Lázaro Cárdenas modificó la Constitución, para señalar que la educación no sólo sería laica, sino socialista y quedaba prohibida la enseñanza a cargo de cualquier grupo religioso.
El Artículo 3º no fue impedimento para seguir dando cobijo a la niñez desprotegida, al tiempo que cuidaban la posible incautación de sus casas, lo que las llevaba a estar en un constante peregrinar para mantener y establecer albergues.
Los niños del Asilo de la Divina Infantita se encontraban en la calle Saturnino Herrán 41 de Mixcoac. Al darse cuenta que el dueño era enemigo de la Iglesia, las religiosas a cargo del albergue salieron de ahí antes de ser denunciadas. En su búsqueda, se instalaron en la calle Holbein, en Mixcoac, donde duraron aproximadamente tres años, posteriormente se fueron a la calle Arenal N° 8 en Chimalistac, entre San Ángel y Coyoacán y finalmente se instalaron en la casa del Niño Jesús en Tlalpan. En la calle Matamoros 100 tenían una casa que había encontrado la M. Rosita, para las niñas que estaban a su cuidado, pero no dudó en cederla para los niños. A partir de este momento se funda como Casa Hogar “José Salvador” en el año de 1939 (Historia de la Congregación, págs. 731 -735).
Durante su visita a México la Superiora General de la Congregación, la Madre Rosa Ma. Montero Ponce de León, se dio cuenta del estado poco conveniente de la casa de Matamoros 100 y le pidió a la Delegada en México, la Madre Pureza de Ma. M. Casas, y a la Superiora de la Comunidad Madre Paloma de Jesús Cárdenas Ruiz V. buscar una nueva casa para que los niños tuvieran mejores condiciones
Después de buscar terrenos, se encontró uno en el Ajusco ubicado en Rancho la Venta N° 1 con 25000 m2 de extensión. El encargado de llevar cabo la gran obra fue el Arquitecto Martín Ruiz del Camino, quien presentó planos y maqueta de la obra. El 12 de octubre de 1975 a las 12:00, fue colocada la Primera Piedra por los Señores: Ing. Guillermo Ballesteros, Ing. Aurelio Pérez Álvarez y Sr. Martín Ruiz Gómez.
La bendición la impartió el Padre Néstor Pérez, Párroco de Sto. Tomás Ajusco, invitado por el Padre Abraham Zabala Piceno, Capellán del internado. Se celebró solemnemente la Eucaristía, entonando cantos los niños del internado, acompañados por el seminarista Luis Alberto Cortés Carbajal. En mayo de 1978, se aprovecharon las vacaciones para realizar el traslado del internado de Matamoros al Ajusco, el cual ya se había fusionado con el Colegio “Infancia” en 1977, debido a su mal estado ubicado en la Av. Revolución N° 1401 en San Ángel.
El 17 de junio de 1978 se llevó a cabo la Solemne bendición a las 12:00 hrs. Precedida por el Cardenal Primado de México Sr. Ernesto Corripio Ahumada y otros Sacerdotes amigos de la Congregación. Los cantos fueron dirigidos por el Profesor de Música José Barreto Montes de Oca. Se bendijo e inauguró el nuevo plantel, contando con aproximadamente 250 niños divididos en cinco secciones, todos eran internos y atendidos por Religiosas.
Con el tiempo fue abriendo sus puertas a niños de las localidades circunvecinas, los cuales asistían en un horario medio interno donde, después de clase, tomaban sus alimentos y continuaban con el taller de tareas. Para continuar respondiendo a las necesidades de los Padres de familia que acudían al colegio, se pidió que cambiara la modalidad para atender también a niñas, este importante giro fue en 2004.
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